Derrota menemista en Telefónicos

PO 556 – 11/9/97

Derrota menemista
en Telefónicos

El 3 de setiembre, la lista Azul y Blanca conquistó el sindicato telefónico Buenos Aires, sacando 2.896 votos contra 2.716 de la marrón guillano-menemista. La divisionista Bordó, impulsada por el ‘clasista’ Ptp, sólo obtuvo 179 votos.

La Marrón, que ha perdido el sindicato, consiguió acortar distancias apelando a la manipulación del padrón de jubilados.

La victoria desplazó al menemismo en el sindicato telefónico más importante del país, y es más trascendente aún si se considera que se produjo en la primera empresa privatizada.

La política del gobierno y las patronales, a la que estaba asociada la burocracia, fue barrer con el activismo sindical: en cerca de 100 oficinas se negó la convocatoria a elección de delegados, sólo porque la burocracia no tenía a quien presentar; en muchos edificios dirigidos por la oposición, hubo traslados ‘acordados’ con la patronal para ‘vaciarlos’, etc.

La Marrón había iniciado su mandato pasando una parte del salario a tickets canasta. En estos cuatro años se congelaron las categorías; se ‘tercerizaron’ sectores (Publicom-Telinver), abriendo el camino para ‘superflexibilizar’ las condiciones de trabajo; más de 10.000 compañeros fueron despedidos en forma abierta o encubierta; los operadores de reparaciones vieron aumentada su jornada de 7 a 8 horas (con igual salario); la burocracia permitió que pasen al convenio de UOCRA (netamente inferior) sectores como el de conservación de edificios; a través de la Propiedad Participada (PPP) se metió en el directorio; se esmeró en tratar de imponer un convenio marco como base para pasar al régimen por empresa, al estilo de los convenios antiobreros Fiat-Smata (polifunción, etc.); carnereó todos los paros; apoyó la jubilación privada impulsando la adhesión a la AFJP Siembra del Citibank, dueño de Telefónica.

La Azul y Blanca —que se conformó como lista unitaria a partir de la resistencia nucleada en torno a la “Mesa de Enlace”— reagrupó a 11 agrupaciones (MTA, CTA, izquierda, etc.). La campaña electoral arrancó tarde, por las dificultades de consensuar una propuesta común. Una vez lograda, se realizaron más de 100 asambleas en los edificios. El reclamo central fue la estabilidad laboral: el cese de las tercerizaciones, oposición a cualquier intento de asociación obrero-patronal (fue rechazado el ofrecimiento de un crédito ‘blando’ de las patronales para comprar una nueve sede sindical), y la libre disponibilidad de las acciones para terminar con el PPP (rompiendo la política de integración al directorio de la empresa).

El triunfo de la Azul y Blanca abre la posibilidad de recuperación del funcionamiento democrático del gremio: comisiones por especialidad —electas por los trabajadores en Asambleas; plenarios zonales y general de delegados—; Asamblea General.

El cese de las persecuciones (desafueros a Vázquez y García); la lucha por la reducción de la jornada laboral; el cese de las ‘polifunciones’; el vuelco de categorías; la lucha por la ‘liberación’ de las acciones, son parte de los objetivos que se les plantean a los telefónicos y a la nueva dirección.

Ana (Once)

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